Reina de fuego by Laura Sebastian

Reina de fuego by Laura Sebastian

autor:Laura Sebastian [Sebastian, Laura]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2019-12-31T16:00:00+00:00


El fantasma

No recuerdo haberme quedado dormida, pero cuando me descubro en el salón del trono astreano, sé que debo de estar soñando. La luz de la luna menguante penetra por las coloridas vidrieras del techo y confiere a la habitación un resplandor inquietante, como de otro mundo.

—Aquí estás —dice la voz de Cress.

Me doy la vuelta y la veo; está de pie a poco más de un metro de distancia de mí. Lleva un vestido de seda azul oscuro con cuello barco y mangas acampanadas salpicadas de diamantes; parece el mismísimo cielo nocturno. El pelo blanco suelto le cae hasta la altura de los hombros, con sus puntas frágiles y chamuscadas. Lleva los labios más negros que la última vez que la vi, pero, cuando se acerca, me doy cuenta de que no es su color natural: se los ha pintado.

Me pregunto si estará intentando crear un estilo propio, convertir sus defectos en algo extraño y hermoso. Quién sabe, quizá ahora la corte esté repleta de damas con los labios pintados de negro, de mercaderes que cobran una cantidad absurda por pintalabios satinados, fabricados con mera grasa y carbón.

—¿Te habías olvidado de mí? Llevaba días sin verte —me reprocha.

Siento el viejo impulso de disculparme y he de contenerme para no hacerlo. No le debo ninguna disculpa; no le debo nada.

—Estoy muerta —respondo, encogiéndome de hombros—. Tengo cosas mejores que hacer que entretenerte. De hecho, quizá debería irme.

Hago ademán de marcharme. No estoy segura de adónde podría ir ni de cómo podría obligarme a despertarme, pero la táctica surte efecto. Cress me coge la mano con fuerza; noto el ardor de sus dedos en la piel.

—No, no te vayas —me pide; la desesperación se cuela entre sus palabras y, en voz baja e infantil, añade a toda prisa—: Por favor.

Finjo dudar.

—Está bien. Supongo que puedo quedarme un ratito.

Me suelta la mano y entrelaza su brazo con el mío; lo estrecha y esboza una amplia sonrisa.

—Están pasando cosas muy emocionantes, Thora —me dice—. Muy muy emocionantes. Tuve que entregar al prinz Søren para ponerlas en marcha, pero diría que ha merecido la pena pagar ese precio. —Hace un mohín.

Se me revuelve el estómago al pensar en Brigitta y Laius. ¿Habrá descubierto ya que Laius no es Jian? ¿Se habrá rendido Brigitta tan pronto?

—¿Qué clase de cosas? —pregunto—. Deben de ser importantes si has entregado al prinz.

Cress resopla con desdén.

—Pensaba que el prinz Søren me sería útil, pero resultó ser más problemático que valioso. Me alegro de haberme deshecho de él. Y lo que obtuve a cambio es mucho mejor, te lo aseguro.

Trago saliva.

—¿Y qué es? —pregunto.

Sin embargo, en lugar de responder, frunce el ceño y se inclina para olerme el pelo.

—Hueles a él. ¿Lo sabías? A sal marina y a madera arrastrada por las corrientes. Supongo que, si ha tardado tan poco en reunirse contigo en la muerte, es porque no sobrevivió al viaje hasta Sta’Crivero. Es una pena… Tengo entendido que el rey Etristo tenía planeada una ejecución como pocas. Le darás recuerdos de mi parte, ¿verdad?

—Creo que ya tiene bastantes recuerdos tuyos —respondo.



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